miércoles, 17 de agosto de 2011

LA DOMINACIÓN NO SIGNIFICA HEGEMONIA

El triunfo en las elecciones primarias de Cristina Fernández de Kirchner, elegida por la mitad de los argentinos y con una diferencia de más de 35 puntos sobre sus seguidores, más allá de confirmar el débil accionar de la oposición, marcó la crisis que viven los medios de mayor poder de difusión sobre el discurso social que circula sobre la Argentina.

Las operaciones mediáticas en contra del gobierno nacional buscaron bajar el alto nivel de imagen positiva que tenía la presidenta y toda su gestión. El poder dominante que tienen estos medios, con el grupo Clarín a la cabeza, para definir los temas de opinión pública, hacían suponer que podrían modificar el escenario político. Sus columnistas de cabecera más el gran espacio mediático que se le brindó a la oposición, en especial a Alfonsín, Duhalde y Carrió, eran los principales recursos de persuasión para imponer un pensamiento desfavorable de la gestión del gobierno nacional y también de sus principales responsables.

Con la irrupción de los medios masivos de comunicación en los inicios del siglo XX, existe un gran número de estudios y casos que demuestran cómo los temas instalados desde la opinión pública se hacen eco en las ideas y acciones de la gente. Era de sospechar que, ante las críticas al gobierno nacional instaladas por Clarín, podría suceder lo mismo.

Sin embargo, el alto dominio que tiene este grupo de medios masivos sobre la opinión pública no se vio reflejado en la opinión de la gente, materializada en las elecciones. Este grupo buscó la dominación del discurso a través de sus operaciones mediáticas. Tener el poder de definición de los temas de agenda, lograr un dominio por sobre el resto de los medios, imponer los temas de opinión pública, no significa que alcance la hegemonía.

La dominación, para que sea duradera y efectiva, debe ser consentida. Consentida por todos los sectores de la sociedad, con un grupo que defina el discurso hegemónico y logre instalarlo sobre todos los aspectos culturales de una sociedad. Es lo que Gramsci llamó hegemonía: concebida como un consentimiento aceptado y voluntario. El acceso de un grupo social fundamental al ejercicio hegemónico marca la irrupción de una nueva cultura, de una nueva concepción del mundo y de la vida, caracterizada por intereses y necesidades de clase, que se hace vida.

Si se hace vida, este modo de vivir, justamente, se piensa, se actúa y se siente como propio, con naturalidad, sin cuestionarlo. El discurso hegemónico se materializa en nuestros actos. Hoy en día, la mitad de los argentinos vive el proyecto de Nación impulsado por este gobierno.

La otra mitad también, pero se cree el ombligo del mundo. Así como el grupo Clarín consideró que desde todos sus canales mediáticos impondría una idea dominante, esta mitad sólo piensa que sus logros (y también pueden ser sus frustraciones) son pura y exclusivamente por sus propios méritos.

¿Ahora Clarín cambia su horizonte? La empresa, desde sus distintas noticias, columnas gráficas, programas televisivos y radiales, abandonó a sus candidatos en estos días posteriores a las elecciones. Para Clarín, el triunfo arrollador del gobierno nacional fue consecuencia de los conflictos y poca representatividad de las demás agrupaciones. Habrá que estar atento a su nueva estrategia discursiva. No hay que olvidarse que muchos de sus clientes son los que votaron a Cristina.

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