Después de mucho tiempo, la selección
nacional volvió a jugar a estadio lleno. Luego del 4 a 0 frente a Ecuador, los
diarios hablan de un reencuentro entre el equipo y su gente. El director
técnico Alejandro Sabella llegó a decir que los triunfos ante Colombia y contra
Suiza en febrero motivaron este encuentro. Cuando la mayoría de los argentinos
tuvimos que estudiar cómo venían las eliminatorias antes de este partido. Ya
terminan?, quién va primero?, ya perdimos algún partido? Por qué jugamos con
Brasil el miércoles, no están clasificados al próximo mundial por ser locales?
Lo cierto es que ese estadio monumental
explotaba porque todos queríamos ver a Lío Messi en su mejor temporada en el
Barcelona, al campeón y figura del Manchester City Kun Agüero y al campeón de
la liga de España Gonzalo Higüaín. Tres de los mejores cinco delanteros que
tiene hoy el fútbol mundial son argentinos (los otros dos no importa cuáles
son, podemos incluir a Ronaldo y Rooney) y estaban en el estadio de River.
Por eso era inexplicable la actitud previa al
partido de Sabella cuando decía que estaba en duda si jugaba Higuaín o Sosa. El
primer tiempo frente a Ecuador demostraron estos tres mosqueteros la diferencia
abismal de técnica, jerarquía, velocidad y capacidad de juego no sólo con los
rivales, sino también con sus compañeros.
Acá está el gran problema de ego futbolístico de los argentinos: no tenemos el mejor equipo del mundo, tenemos a los
mejores delanteros. El resto de los titulares da lo mismo. Queda claro con
tantos cambios entre partido y partido.
Messi, Agüero e Higuaín se encargaron de
resolver esta goleada. Los demás sólo tenían que acompañar. Y mientras Lío y
compañía tenían la pelota, el estadio vibraba, cantaba y disfrutaba. Pero
cuando el resto tenía que distribuir, ahí se notaba la diferencia. Peor cuando
había que evitar los avances de un débil Ecuador, que así y todo llegó a
complicar el arco de Romero cuando los tres de arriba descansaban sin la
pelota.
Argentina logró llegar a la primera posición
de las eliminatorias en esta fecha. Si se piensa a nivel equipo, es un gran logro; a nivel selecciones sudamericanas, también es un logro porque la paridad es mediocremente pareja (Uruguay no pudo de local contra Venezuela). Pero si se quiere alcanzar a las grandes potencias del mundo, todavía falta.
Esto no significa que sea imposible, porque tenemos a estos tres mosqueteros, que en las eliminatorias juegan contra ocho selecciones y
muchas veces, contra sus compañeros. Sólo falta armar un
equipo con jugadores que griten: “todos para tres y tres para todos”.